Fin del decenio (Actualización 2019)

Había pensado en hacer entradas separadas con todo lo que tengo que decir pero luego me he acordado de los viejos tiempos, al inicio de esta agotadora década, cuando en el blog de nonospublican en el que empecé a escribir, y dónde desarrollé el proyecto de Entrevistas Breves con Hombres Turbios, solía hacer entradas miscelánicas repletas de citas e hiperlinks. Sea como fuere, ya lejos me queda aquel adolescente, mucho más las temáticas que elegí por entonces.

Como un retornelo vuelve a mí el concepto de que las novelas están relacionadas a la persona que las crea en cuanto que sólo una persona con esas experiencias concretas podría haber perfilado esa clase de historia. Aparece esta teoría en algunos ensayos y entrevistas de Orhan Pamuk, que él aprovecha para relacionar el desdén de los autores a sus primeras obras con que ya no se identifiquen con la persona que eran entonces. Hace unos días escuchaba a un comparatista kriptofascista decir que sólo una sociedad en degeneración como Grecia podía inventar algo tan retorcido como la ficción, una mentira con visos de realidad. Aunque discrepe de modo general con esta óptica hermenéutica, porque sé de la existencia del remix/collage/perversión o incluso de métodos compositivos que siguen los esquemas lulistas, sí que hay que reconocer que existe una intervención empírica de lo vivencial en el emisor de cualquier acto comunicativo.

Esta disertación es en realidad un prólogo al pequeño comentario de mi mutación como autor en esta década. Para empezar, ahora jamás escribiría una novela negra, lástima que es demasiado tarde. Lo que he escrito en solitario estos últimos años, cuyo máximo publicado es Samskara, busca moverse en terrenos más meta-literarios con el eje del dolor/sufrimiento/mal como paisaje de fondo, a través del terror o el ero-guro. Sin embargo, lo que quería resaltar era el hecho de empezar a trabajar en equipo. El experimento de Bronwyn (la escritura a cuatro manos de una novela de bizarro ilerdense) me abrió las compuertas mentales a nuevos métodos compositivos menos narcisitas, y es por ello que ahora estoy embarcado en varios proyectos en equipo. Las colaboraciones y el contacto con personas geniales es lo que mantiene la llama viva de una pasión que se ha visto emponzoñada ante el espectáculo que a menudo ofrecemos en el fandom. Estamos trabajando en un proyecto chulísimo que deberían ser dos novelas en sólo libro, tratando el mismo tema en distintas ciudades, y es algo que me motiva muchísimo. También en una traducción de una nouvelle cósmicamente radical.

Y por último, estoy de cabeza metido en el tema de los #minifanzis. No sólo por la tranquilidad que en ocasiones me proporciona la labor artesanal, sino también por trabajar al lado de alguien como Ximi descubriendo los entresijos del cómic. Podéis encontrar la caja con la primera temporada y los quince primeros números del Fanziverso en la web de Bronca, y ya os aviso que estamos cerca de terminar la segunda temporada. Insisto, re-descubir así una pasión a través de la profanación del canón del comic hecho en Cataluña no tiene valor para un servidor.

PD: Pathosformel sigue activa, no temáis mutantes de la península, la editorial más trash de Ponent está tramando su gran publicación #20 para inicios del año próximo, recopilando multitud de textos gestados en un GAM.

DIY como actitud vital del extra-radio del campo cultural & orgullo maquetero

A continuación, os dejo la TRILOGÍA HIPERSTICIÓN CARRINCLONA

Pasado, presente y futuro de la esteparia ciudad que me vio llorar por primera vez de la mano de NECROLLAMBRIC; una serie de micro-relatos de bizarro aparecidos en minifanzis, por si os queréis hacer una idea del villano con el que estáis tratando:

ILERDA:

Muchas son las fuentes que tratan de re-apropiarse del relato de la invasión romana a la ciudad de Lleida, y de las legendarias hazañas de Indibil y Mandoni, pero eso es sólo porque quieren ocultaros la verdad. Nos ENGAÑAN. Si algo tiene de cierto es que, efectivamente, dejaron entrar a las tropas invasoras en el interior de la ciudad. Pero no los asesinaron al anochecer, no, en realidad lo que hicieron, una vez los soldados se hubieron instalado, fue copiar una vieja táctica religiosa. Los católicos a veces pagaban el servicio de las meretrices durante los días santos para que nadie ofendiera a su deidad en los días señalados. Esa treta inspiraría a los héroes locales.

Lo que hicieron fue ordenar a todos los ilergetas, sin distinciones de clases o géneros, que consumieran todos los vicios de la ciudad pagando con cualquier bien que encontrasen, pues se lo iban a robar los saqueadores de todos modos. Primero saturaron la economía del mercado sexual, ya fueran cuerpos, retablos eróticos o brebajes. El vino y la cerveza corría a borbotones, caía por las terrazas al suelo y hasta los animales se emborracharon. Pero el punto de inflexión fue la cocaína, que también la había en tiempos de los romanos. Cuando acabaron con las reservas de aquel oro blanco, las fuerzas de ocupación no tuvieron otro remedio que rendirse ante los líderes estrategas de la ciudad.

Las fuerzas abandonaron la ciudad y se prometió ocultar tan diabólica treta de guerrilla urbana, que hubiera podido inutilizar el incipiente orden mundial. Los excesos de esas jornadas fueron tantos que acabaron polucionando el suelo de toda la provincia a través de la orina y los restos fecales. Del suelo fue a la fruta y de ahí a todas las capitales de provincia, y es así fue como nacieron los anarquistas italocatalanes que durante siglos hostigan a la burguesía mesetaria, como todo el mundo sabe. Lo que es menos sabido es que los restos de esos anarquistas impregnarían las frutas que iban a mutar a los padres fundadores del anarcopaganismo nacionalista radical post-identitario que a la larga acabaría con los sistemas imperialistas que iniciaron los romanos.

POST-LLEIDA

Existen multitud de teorías sobre el mundo post-fotografía y lo que supuso el nacimiento de ese medio para la representación gráfica del movimiento, el inicio del fotoperiodismo e incluso de cierta técnica científica, sin embargo esta proyección oracular no trata de nada de eso, sólo he empleado el “post-” en el título para capturar al target de modernos posturetas de esta ciudad. Parece que fuera ya hace eones cuando reclamábamos por nuestros propios modernos como el resto de capitales catalanas. Al inicio nos hacían gracia, les dejábamos espacios gentrificables e incluso los alimentamos. En un alarde de generosidad hasta se les permitió tener sus propias barberías.

Así que todo lo que vino después casi que nos lo merecíamos un poco.

Primero fueron a por la cerveza, la mutilaron forzándola al mestizaje con el fondo de los barriles, y no dijimos nada. Luego empezaron a re-apropiarse de la narrativa del territorio con fotografías cuquis de pura violencia agrilogística, retratos desalmados de un territorío geométrico y homogéneo que sólo corresponde a visiones urbanitas de la ruralidad y la biosfera. Tampoco dijimos nada. Pero luego ya fueron a por la ganja, y ya algunos colegas se pusieron sensibles con el tema. Pero ya era tarde. Al inicio era muy difícil distinguir entre las moderneces, la indigencia mental y la plaga de postureo zombie, pero conforme empezaron a votar y visibilizarse en redes sociales la pesadilla se hizo patente.

Y es por ello que ahora sobrevivimos como podemos en este páramo infernal de la no-muerte postureta. A veces se hace complicado pero gracias a las técnicas otakus que aprendí antes del apocalipsis y a las expectativas vitales de un hikikomori voy tirando como puedo, mi vida sexoafectiva no es tan distinta. Cuando a veces me entristezco con la muerte de Ximi pienso que al menos ya no puede sintonizarse nada de la cadena Mediaset en la provincia y me consuelo.

Sin embargo, el auténtico horror inenarrable aparece en mis sueños en forma de visiones del mañana, cuando todos los zombies se unirán bajo un mismo hastag de instagram y esparcirán las semillas del paleo indigenismo neorural: una corriente anticolonial, hipersexual y necroprogresista que volverá a elegir como representantes políticos aquellos que logren expropiar las tierras para los caracoles nativos de la ciudad.

TURBO LLEIDA 2.999

La estepa que era antes mi hogar, con sus defectos, es ahora un montón de humeantes ruinas estériles; el suelo está profanado por centenares de cráteres y en el aire sólo puede apreciarse el aroma de los cadáveres en descomposición. En nuestro desolador y frío futuro Lleida se ha convertido en el epicentro del campo de combate entre las milicias rebeldes anarcopaganistas nacionalistas post-identitarias, armadas hasta los dientes tras saquear a la burguesía mesetaria, y los zombies paleo indígenas neorurales. Ha llegado el punto en el que el campo ya no acepta más la sangre y corre en infernales riachuelos que se reúnen para teñir el Segre.

El combate ha supuesto tal despliegue de megatones que la colina que preside el centro de la ciudad se ha venido abajo. Toda esta diatriba es por un enclave simbólico, porque ya no queda ningún bien, es porque en este lugar se engendraron ambas ideologías: los zombies creen que sólo aquí podrán morir en paz y los nacionalistas, podéis comprender vosotros solos su motivación. Las víctimas de animales humanos y no humanos han alterado el ecosistema, infligiendo una brutal estocada antiecologista al geotrauma de la Terra Ferma, y lo que es peor aún, el material genético de los supervivientes está tan lleno de dicho trauma que los anticuerpos cargan ahora con una psicatriz para sus descendientes, físicos o egregores.

Así pues, bienvenidos al auténtico Gehena: vientos que asesinarían a un recién nacido, neblina tóxica, radiación, genocidios semanales, no-muertos organizados políticamente y muchas, muchas faltas de comunicación. Creo que ahora planean crear robots mecha del tamaño de rascacielos con sus soldados pegados con biomateria. No protesto demasiado, todavía me quedan un par de cadáveres por roer, pero si me molesto en lanzar esta advertencia es por la hiper-pitonisa que me mostró en sus pupilas los ejércitos de necrolesbo polinazis que surgirán de entre las cenizas para imponer al fin un nuevo orden mundial de asesinato libertario, silencio seccional y, en general, la utopía apocalíptica que nos espera. Sé que estáis ansiando ese momento.

Para despedirme, antes de que aparezcan las tediosas listas, dejo aquí unas amables recomendaciones, sin afán de superioridad -pues no es una competición XD-, de lecturas de las que he aprendido mucho o con las que he gozado cual marrano. También quiero mencionar a tres narradores latinoamericanos que me han arrebatado astralmente durante este 2019, Ariana Harwicz, Horacio Castellanos Moya y Pablo Katchadjian. He reído muchísimo con lo nuevo de Carlton Mellick III publicado en Orciny Press, y fue una revelación descubrir en una biblioteca «El mendigo chupapijas» de Pablo Pérez. Si no os importa leer en inglés y tenéis gustos hardcore, no podéis perderos la última novela de Mandy de Sandra, o dos obras de lo horrendo como Dong of Frankestein o Texas Chainsaw Mantis.

Apenas leo ensayo, pero ha valido la pena romper mis estadísticas para aprender de Jack Kirby con Roberto Bartual o de autobiografías con Kate Millet o con Andrea Valdés en «Distraídos Venceremos» (Jekill&Jill).

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